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Foto de Lukasz Wierzbowski
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Queridas personas:
Escribir es una cosa extraña. No sé si hablamos de ello lo suficiente. Ahora mismo pienso estas palabras, las oigo en mi mente y, sin ni siquiera pronunciarlas en voz alta, las dejo aquí escritas para que atraviesen el espacio y el tiempo, y alcancen a personas que no conozco, con las que no me cruzaré jamás.
Este texto entrará en otros cuerpos y lo más extraordinario es que no se trata de una metáfora. Cada palabra que arrojo aquí —si ahora me da por decir «bosque», «mártir», «culebra», «rosa» o «chocolate»—, activará zonas distintas de vuestros cerebros. Y el efecto irá más allá porque a las palabras se responde con el cuerpo entero. Si escribiera sobre comida podría hacer que os rugieran las tripas, si me pusiera emotiva, podría hurgar en vuestras heridas, tocar aquí y allí hasta incomodaros o hacer aflorar las lágrimas.
Años atrás descubrí que hay una cosa aún más mágica que escribir y es que otras personas interpreten tu texto. Vuelvo a un recuerdo con frecuencia: Victoria Luengo, en un café lleno de espejos, diciendo que ser actriz significaba dejarse habitar por las palabras de otros. Actuar como una especie de médium y dejar que el cuerpo se llenase de un espíritu que no era el tuyo.
Las palabras afectan al cuerpo cuando entran, pero también cuando salen. Escribir a veces es difícil. A menudo lloro mientras escribo porque ciertos textos, por sencillos que parezcan, me duelen en los dientes, en los huesos, en las tripas. No es un proceso del todo consciente y una no se para a psicoanalizarse para descubrir de dónde ha surgido cada frase. Pero en estos casos el médium puede actuar como un espejo. Hace unos días, en una grabación, mis propias palabras cobraron vida en la voz de una actriz. Al habitar otro cuerpo, otro corazón, otros pulmones, sonaron con una fuerza nueva y al escucharlas reabrieron del todo y dejaron a la vista la antigua herida de la que habían salido (a los doce años mi mejor amiga murió en un accidente de tráfico y se llevó un mundo entero con ella. Nunca hablo de esto. No quiero hablar de esto, pero lo escribo aquí, aunque sea al abrigo de un cobarde paréntesis, porque es importante verbalizar lo que pesa mucho, dejarlo marchar).
No creo en la identidad más allá de lo estrictamente biológico. Cada uno de nosotros es una masa compleja de células que ha ido adaptándose y encajando golpes a lo largo del tiempo. El cuerpo lleva cicatrices por fuera y por dentro, guarda toda una sinfonía de dolores. El cerebro es un órgano plástico moldeado por el amor y la pena. Y todo lo que pensamos, todo lo que decimos, todo lo que escribimos es producto de esa forma imperfecta y única en la que la vida nos ha ido forjando. Cuando leemos las palabras de otros y decimos que «nos resuenan» es porque en ellas escuchamos la vibración de heridas parecidas a las nuestras. Cada palabra es un eco de los enormes vacíos que llevamos dentro.
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🎧 Para esta carta me hace falta una canción poderosa que suene pura e inmaculada.
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➤ Una película
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No recomiendo ver The Eternal Daughter si la perspectiva de pasar una hora y media con Tilda Swinton y un perro dando vueltas por un hotel inglés vacío mientras fuera arrecia la tormenta no os suena seductora. Si, como a mí, os parece un planazo, descubriréis una película delicada y preciosa que tiene mucho que ver con la carta de hoy.
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➤ Un consejo
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Hace años hice el curso de latín de Duolingo (en inglés, porque en español no hay), pero era muy cortito. Ahora lo han ampliado y lo estoy estirando al máximo haciendo solo una lección al día. ¿Por qué era el latín mi asignatura preferida en el instituto después de literatura? No lo sé. ¡No lo sé! Siempre se me han dado fatal los idiomas. Pero el latín me da paz, me ordena la cabeza y sospecho que para cada persona existe un idioma que, más allá de serle útil o no, le provoca el mismo efecto. Os recomiendo que encontréis el vuestro, aunque sea el klingon.
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➤ En el club
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En estas dos semanas en el club de Flecha de Telegram, se han estado compartiendo guías, libros, lugares y apps para mirar mejor las estrellas. Yo no me perdería esta conversación, la verdad.
Y hoy empezaremos a hablar de apps para guardar las cosas que nos inspiran y videojuegos. Si os interesa, pasaos por el club.
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➤ Una visión (2ª parte)
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En esta carta ya os puedo contar más cosas sobre Místicas. Para empezar, que se estrena el 19 de febrero y que se irá publicando un nuevo episodio cada miércoles. También le puedo poner nombre a ese casting increíble que mencioné. Yo aún no me puedo creer que hayamos trabajado con Clara Galle, Mia Sala-Patau, Nieve de Medina, Ricardo Gómez, Núria Prims, Iván Pellicer, Francesc Garrido, Lara Oliete, Víctor Sainz, Jan Buxaderas, Eva Llorach, Joe Manjón, Rocío León, Olga Aguirre, Juan Carlos Ortega y Teresa Marcos. Es bastante flipante, la verdad.
Prometí que os seguiría contando cosas sobre mi proceso creativo y tengo que empezar con una confesión. ¿Recordáis que os dije que usaba moodboards para todo? Pues es mentira. Me dejé llevar un poco por el énfasis dramático. Los uso muchísimo, pero no siempre. Para algunas historias no he creado ningún tablero en Pinterest. Sin embargo, no hay ni una sola para la que no tenga una lista de música en Spotify. Esto sí que es verdad. Y al final una lista de canciones es como un moodboard sonoro, ¿no? Tampoco os he mentido tanto.
La música me parece imprescindible para crear una ficción porque cuando estás enamorado todas las canciones hablan de ti, pero cuando estás escribiendo una historia todas las canciones hablan de tus personajes.
Este verano, cuando estuve trabajando en Londres semideprimida, mi highlight del día algunas veces era cruzar por la mañana el cementerio de una iglesia de camino al metro y que no me lloviera en ese tramo (para el estándar de alegría de vivir en Londres, no está tan mal, la verdad). En este trayecto me ponía música y, dado mi estado de ánimo, recurría a cosas que escuchaba en la adolescencia, porque cualquier pena adulta me parece un poco ridícula si la comparo con las que atravesó la Carmen de esos años.
Probablemente por culpa del cementerio, el cielo nublado y mi oscuridad de siempre, me dio por volver a escuchar Senderos de Traición de Héroes del Silencio y en especial Hechizo, que es una canción mágica. Pero no la escuchaba como si fuera yo, sino como si fuera un jovencísimo programador, brillante y drogadicto, de finales de los ochenta (poned que el disco hubiera salido tres años antes). Y entonces letras como «No es la primera vez / que me encuentro tan cerca / de conocer la locura», o «Y subes otro nivel, / y no puedes llegar / ni siquiera a tocarlo» tomaban un sentido mucho más literal que el que probablemente tenía en la cabeza Bunbury. Y así se iba dibujando un personaje que se acabó llamando David Durán y que es una pieza clave de la trama de Místicas:
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Pero si odiáis a los Héroes del Silencio (por desgracia es un mal frecuente), no os asustéis, que nuestra historia no suena así. Os voy a enseñar exactamente cómo suena:
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Este EP (que también está en Spotify) es un adelanto de la increíble banda sonora compuesta por Van Delay. Como comprobaréis, también se escuha algo de años ochenta, oscuridad, cielo nublado y cementerio.
¿Y cómo encaja todo esto con el covento de las Hermanas de la Luz del Sagrado Corazón? Creo que no tendréis más remedio que escuchar la historia. Pero aquí va otra dosis visual de covento:
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Créditos por columnas: Beato de Liébana / Louise O'Gorman / Angelo della Luce /Wikimedia / Origen irrastreable / Mary Mother of Jesus, 1926 / Sophie Margolin / Origen irrastreable / Vassar college / Origen irrastreable / Laura Makabresku / Santa Catalina de Siena
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➤ Un espacio
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Una lectora me ha dicho que cree que esta app preciosa encantaría a la comunidad de Flecha y pienso que tiene razón. Hay algo de juego, de crear un ambiente, de inspirar un estado de ánimo y de encontrar refugio. Todo lo que nos gusta aquí.
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➤ Una cita
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«Todas las penas pueden soportarse si se convierten en una historia».
Isak Dinesen.
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Me despido por hoy. Hasta mi próxima carta, espero que el universo os trate bien.
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